El niño tiene fiebre, ¿qué hago?

LA FIEBRE SE DEBE MEDIR CON CALMA


El termómetro es importante, dónde y cómo también.


El termómetro de mercurio ya ha pasado a la historia, el de galio es una opción muy fiable, pero con dificultades para hacerlo bajar.


El termómetro digital es la opción más habitual pero hay que saber que lo que hace es calcular la velocidad con la que sube la temperatura y de ahí saca un valor. Para que sea fiable la medida, se debe estar en la misma habitación que el niño, y esperar hasta que pare de subir, aunque según el modelo pueden llevar un avisador para facilitar la tarea.


Los termómetros sin contacto son un buen recurso para tomar la temperatura sin molestar al niño. Eso sí, hay que ver según el modelo dónde exactamente hay que apuntar, puede ser la frente o la sien. Si el niño está sudando nos dará una medida más baja, ya que el sudor enfría la piel.


Los termómetros de oído son una opción muy precisa, pero necesitan entrenamiento para hacerlo bien y no se recomiendan de entrada.


En niños pequeños la temperatura rectal, que es aproximadamente es 0.5C superior a la axilar, es una opción muy precisa.


La última novedad en este campo son sistemas que se adhieren a la barriga y envían información al móvil con alarmas personalizadas, para dormir tranquilo, y seguro que pueden valer la pena.


Si el niño tiene fiebre y está muy abrigado, hay que dejarlo con poca ropa y repetir la medida al cabo de unos minutos para que nos dé una mejor medida.


YA HEMOS MEDIDO LA FIEBRE, ¿Y AHORA QUÉ?


Para empezar debemos saber que se considera febrícula entre 37 y 38 grados en la axila y fiebre de 38 grados (38,5 rectal).


Para valorar la fiebre hay que tener en cuenta la edad, el aspecto del niño, su respuesta a estímulos y si existen cambios fuera de la normalidad.


Definiremos tres situaciones:


1. En los niños de menos de tres meses es muy fácil que se presenten complicaciones infecciosas, la valoración médica es recomendable y más aún si tienen menos de un mes.


2. En los niños entre tres meses y tres años, en un proceso vírico con poca fiebre, y con un niño que presenta buen estado, el tratamiento con antitérmicos puede mejorar el confort. Pero si el problema dura más de tres días habrá que ir a ver al médico, ya que un proceso bacteriano es difícil de descartar.


3. En los niños de más de tres años, el proceso vírico suele ser lo más habitual, además el niño ya suele contar con más claridad cómo se encuentra. También se puede valorar administrar antitérmicos para mejorar el confort. Si sospechamos una infección será necesario ver al médico.


El tratamiento antitérmico habitualmente recomendado es ibuprofeno o paracetamol en solución y en dosis adaptadas al peso. La aspirina no se recomienda en niños.


Pero buscar la fiebre 0, como ya hemos dicho, no tiene por qué ayudar al niño. Hay que buscar el confort, no la desaparición de la fiebre.


HAY QUE IR AL MÉDICO SIEMPRE SI:


  • El niño presenta manchas rojizas que no desaparecen al presionar.
  • Está decaído y llora de forma incontenible.
  • Tiene el cuello rígido (la nuca).
  • Tiene convulsiones o pérdida de conocimiento (al menos la primera vez).
  • Muestra dificultad para respirar, tiraje o «pitos».
  • Vomita de forma persistente y / o tiene diarrea que no mejora (cuánto más pequeño, más rápido).
  • Muestra los ojos sin brillo o boca seca.
  • Y si dudas, tu farmacéutico está a tu lado.



Texto de Salvador Tous farmacéutico comunitario, Barcelona.

Scroll al inicio